El ignorante, afirma; el sabio, duda y reflexiona.
Se refiere a que el ignorante toma las palabras, los hechos como vienen y los almacena en su cabeza, en cambio el sabio, analiza y ve las otras perspectivas, viendo realmente la verdad o un punto diferente.
El sabio no pretende nada: ni ser bueno, ni ser fuerte, ni ser dócil, ni ser rebelde, ni ser contradictorio, ni ser coherente... Sólo quiere ser
El sabio se concentra en vivir, en disfrutar la vida más que competir en una carrera sin sentido para ver quien es el “superior”, disfrutar de la vida tal como es.
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